Delegar mejor
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Decálogo para delegar mejor
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[Fuente: Diario Expansión]
Hay
jefes acaparadores que deciden echarse sobre sus espaldas todo el peso
del equipo. Otros, sin embargo, prefieren ceder todas sus
responsabilidades y llevarse los méritos ajenos. Aprender a delegar es
un arte complicado y aún es una asignatura pendiente para muchos
directivos.
La delegación es una de las
funciones más complejas en la gestión de un equipo y la que diferencia a
un mando de un verdadero líder. Aprender a delegar es todo un arte, que
se basa en la humildad del directivo para reconocer que no puede
hacerlo todo solo. Delegar no es ‘ordeno y mando’, significa confiar en
tus colaboradores y darles las herramientas necesarias para hacer
aflorar y brillar las máximas capacidades de todos los miembros y
dirigirlas hacia la construcción de un objetivo común.
Sin embargo, hay directivos
que siguen sin diferenciar entre asignar tareas y responsabilidades.
Por ello, continúan dándose casos indeseables como el del directivo
indeciso que cede su responsabilidad a otros y se cuelga méritos ajenos o
el autócrata insaciable que ejerce su control absoluto sobre todas las
tareas del equipo. Estas situaciones forman parte del día a día de
muchas empresas.
Fernando Botella, CEO de
Think & Action, expone dos comportamientos que son especialmente
dañinos para el compromiso, la motivación y el desarrollo del potencial:
1.El síndrome de la oveja
Dolly: El directivo considera que todos sus colaboradores deben ser
clones suyos, razonar y hacer las cosas igual que él.
2.Los jefes que piensan que
están para ser servidos: Esta práctica es un error ya que liderar en
realidad significar dar. La función del líder es inyectar en el grupo la
energía y motivación necesarias para que logren los objetivos.
El líder no debe olvidar que dirige a personas, no a sirvientes, y que debe aportarles los estímulos adecuados y personalizados.
Aprender a delegar
Un verdadero líder no es un
solitario ni un visionario, alguien que va por libre, sino que hace
partícipe a su equipo, comparte, escucha y colabora. Es capaz de crear
un grupo y ofrecerle el entorno adecuado para que puedan desempeñar sus
funciones y alcanzar el éxito. Es importante que cada miembro perciba
que está contribuyendo, mediante su esfuerzo, dedicación y sacrificio,
en el desarrollo del proyecto.
Enrique Alcat, experto en
comunicación, está convencido de que aún hay dos tareas que los jefes
deben mejorar: aprender a informar sobre el objetivo que se persigue y
saber encargar tareas.
José Manuel Casado,
presidente de la consultora de recursos humanos 2C propone un decálogo
sobre lo que un buen líder no debería hacer si quiere delegar
correctamente:
1.Pensar que lo puedes hacer todo.
2.No dar a los colaboradores la información necesaria para ejecutar el cometido y sólo asignarles para las tareas más aburridas.
3.Evitar delegar en los mismos de siempre y no dar oportunidades a otros miembros del grupo.
4.No nombrar a un colaborador del equipo coordinador del proyecto.
5.Retener trabajos que otros podrían hacer más rápido y mejor.
6.No hacer un seguimiento de la tarea que se ha delegado.
7.Retener al equipo información que puede ser importante para sacar adelante el proyecto.
8.No reconocer los logros de los trabajadores.
9.Sobrecargar de trabajo sólo a los mejores.
10.Al finalizar el proyecto, no hacer una evaluación de los resultados para sacar conclusiones.
Margarita Álvarez,
directora de márketing y comunicación de Adecco, considera que
normalmente “los directivos se quedan cortos a la hora de transferir
cometidos” y cuando delegan, deberían evitar entrometerse. Así que lo
recomendable es aportar el apoyo necesario para que el trabajador se
sienta respaldado.
Lo que nunca se debe delegar
El ejercicio del liderazgo
está estrechamente relacionado con el nivel de talento del que dispone
cada colaborador. Según Fernando Botella (Think & Action), un
ejecutivo puede delegar sin ningún problema en el caso de un profesional
experto, pero si el trabajador no es diestro en ese cometido, el deber
del líder es instruirle. Por tanto, un buen jefe tiene que identificar a
los miembros más formados y capacitados para sacar adelante un
proyecto.
Aun así, hay tareas y responsabilidades que sólo corresponden al directivo y que nunca hay que ceder:
- Asuntos trascendentales o de gravedad que precisan de toma de decisiones rápidas y correctas.
- Cuestiones con cierta repercusión para la vida de la empresa y su continuidad.
- Evaluación de recompensas o castigos al personal (directivos, mandos intermedios, empleados de base).
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