Reuniones con efecto
El señor García no podrá
atenderle hoy porque tiene una reunión de nueve de la mañana a cuatro de la
tarde. En este caso, muy habitual entre los directivos, jefes y empleados de
las empresas, el señor García estará reunido la mayor parte de su jornada laboral.
No podrá atender otros asuntos, quizá más importantes, y habrá pasado un día
improductivo si la reunión no se ha convocado con unos objetivos claros ni se
ha llegado a ninguna acción.
Cada vez que hay que tratar un tema importante se convoca una
reunión. ¿Realmente es efectivo? José Ignacio Gómez, director corporativo de
recursos humanos de Adveo, opina que “las reuniones son recomendables porque
ayudan al conocimiento de las personas y fomentan el compromiso y la toma de
decisiones”. En primer lugar, la reunión debe existir porque
un asunto necesita una solución. Gómez añade que “nunca se deben convocar sólo
para informar o pedir una opinión. Sin más. La cita se fija por el lanzamiento
de una iniciativa importante, para realizar el seguimiento de un negocio y para
tomar decisiones estratégicas relacionadas con él”.
Los expertos aconsejan tratar los asuntos verdaderamente
relevantes y hacer menos convocatorias. David Comí, socio director de
Incrementis, considera que “antes de convocar una asamblea
debemos preguntarnos por su finalidad y qué decisiones se esperan. Una reunión
es para hacer cambios. Si no los hay, ni se toman decisiones ni se establecen
acuerdos, no es necesaria”.
Una reunión, además, debe tener
unos objetivos, porque querer debatir sobre los temas importantes no significa
que esto vaya a suceder. En este sentido, Comí insiste en que “la convocatoria
debe perseguir un fin concreto y claro, y según lo que se pretende conseguir,
hay que establecer un inicio, un fin y quiénes serán los asistentes”.
Elegir el momento
Las juntas extremadamente largas
son poco rentables, puesto que el ánimo de las personas decae y sólo esperan
que acabe pronto. El directivo de Adveo aconseja vigilar el estado de ánimo y
la productividad de la reunión. “Si se alarga más de cuatro horas, puede ser
contraproducente”. Los participantes deben saber la hora exacta de comienzo y
de salida.
De igual forma, no es lo
mismo realizar este tipo de asambleas un lunes que un viernes. En el primer día
de la semana, los participantes pueden estar desmotivados, y en el último,
deseando acabar la jornada laboral. El mejor día suele ser el
martes de once a una del mediodía o de cuatro a seis de la tarde.
Quién asistirá
Los asistentes deben conocer con
suficiente antelación la convocatoria de la asamblea. Especialmente para que
preparen los temas que se van a tratar y acudan con propuestas cerradas sobre
las que debatir.
Cinco
puntos básicos
2.Definir los objetivos: por qué se convoca la reunión, qué se espera conseguir y con
qué acuerdos y responsabilidades saldrá cada participante.
3.Asistentes adecuados: que tomen decisiones, que alcancen acuerdos. Que generen
cambios.
4.No se deben mezclar los temas estratégicos con la discusión de asuntos operativos del día
a día.
5.Escribir lo acordado para evitar malentendidos y enviar el documento a cada
participante.
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