Empresas sin jefes empleados felices y rentables

Diario expansión, 
06.07.2012 Tino Fernández.

Ser mi propio jefe es un motivo que impulsa a muchos emprendedores a crear su propia compañía. Este deseo de construir nuevos modelos de trabajo y de organización coincide con la tendencia que muestra un mundo profesional que necesita cada vez menos jefes. Flexibilidad y eficacia son rasgos de la mentalidad ‘start up’ que otras empresas ensayan apenas sin mandos.

Inseguridades

En muchas organizaciones el modelo que presenta Valve resultaría inviable. Uno de los problemas para que triunfen las transformaciones estructurales que tienen que ver con un mundo sin tantos jefes está en la gente que, por su personalidad, busca el control, porque les atrae esta forma de trabajar. En una estructura con menos mandos y menos control puede haber empleados que se resistan, porque esa fórmula no le aporta seguridad. Son trabajadores que tienden a buscar y a refugiarse en una estructura jerárquica. Ese modelo de menos jefes implica que aumente la ansiedad en algunos, y genera cierta inseguridad.

Grandes multinacionales como General Electric (GE) saben lo que es funcionar con una dieta baja en jefes. En el modelo de GE, un líder de planta fijaba los objetivos de producción y ayudaba a resolver los problemas, pero en ningún caso dictaba los flujos de trabajo. Eran los equipos los que se reunían antes y después de cada cambio para discutir el trabajo que se había hecho y solucionar los retos planteados.

Para los escépticos que puedan pensar que esto es puro escaparate, pero poco rentable, está también el ejemplo de Morning Star, una empresa de procesado de tomate californiana que presume de no tener jefes y de su cuenta de resultados, que tiene que ver, según ellos, con la ausencia de mandos tradicionales. Morning Star obtuvo en 2011 unos 700 millones de dólares de beneficios con una plantilla de 400 enpleados, cuyas responsabilidades laborales se negocian y coordinan en equipo.Como en Valve, los salarios se pactan entre colegas. Así es como Morning Star asegura conseguir crecimientos de dos dígitos en ingresos y beneficios. Los felices empleados están convencidos de que trabajan en la planta de procesado de tomate más eficiente del mundo.

Ejemplos de compañías como Valve o Morning Star participan de las teorías de Peter Drucker, que ya previó esto en la década de 1950: la gente está cada vez más preparada y por lo tanto son “trabajadores del conocimiento” a los que hay que dar espacio y responsabilidad, y no sólo control.

Los managers, más que jefes, son líderes preocupados no sólo del desempeño de los empleados y de gestionar recursos, sino también de motivar y desarrollar a sus colaboradores. El jefe influye en los demás, pero no manda. Es un generador de espacios emocionales en los que la gente puede liberar el talento.

Para liderar y guiar al equipo hace falta tiempo para dialogar, analizar, formar, coordinar, motivar, comunicar, preparar, corregir, tomar y trasladar decisiones, influir hacia arriba y hacia los lados, crear mejoras y soluciones, involucrar a las personas, gestionar las emociones, el ánimo y la energía del grupo.


Parece claro que las organizaciones con estructuras despóticas ya no tienen cabida en el escenario actual. Pero también está comprobado que todo grupo necesita liderazgo y jerarquía. El modelo de comunas no suele funcionar, y dura poco tiempo. No hay pueblos, tribus o grupos sin jefes, y la biología, la antropología y la historia justifican que siempre ha de haber un responsable último.


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